La sopa es otro elemento más de la fantasía de la cocina, que al traerla a la memoria como un recuerdo de niñez, reúne las características de una comida para degustar en familia; presentada majestuosamente al centro de la mesa con la sopera humeante que despertaba la curiosidad por levantar la tapadera y averiguar los secretos escondidos en ese aroma que atrapaba toda la atención.
En muchas ocasiones resulta ser un platillo único, lleno de humildad en la mesa pero que reúne una variedad de ingredientes que aportan un inmenso valor nutricional a la dieta diaria y hoy día deja a un lado esa sencillez a través de un proceso de sofisticación y técnica para complacer a los paladares más exigentes.
Plato completo, capaz de proveer sustento, deleite a los comensales y variedades tanto como la creatividad lo permita al igual que las opciones de ingredientes a disponer. Es representativa de culturas y países tanto como épocas de la historia.
La sopa no ha sido olvidada con el tiempo, más bien reconstruida y actualizada con sabores o contrastes de insumos y texturas. Las opciones así resultan innumerables e interesantes.
Pero lograr una buena sopa es más que reunir ingredientes en una olla con cierta cantidad de agua. Cuenta la calidad de las verduras y su debida selección, la adecuada combinación de sabores y utilización de hierbas aromáticas. Una cocción apropiada también hará una verdadera diferencia, así mismo influirá la consistencia lograda y la temperatura al servir.
Pero, ¿qué aporta la sopa además de ser nutritiva? La facilidad de su preparación, la opción de incluir vegetales en la dieta. Sin más, una comida casera, que utiliza elementos frescos y un aporte a la economía familiar sin descuidar el gusto por un plato sabroso.
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