El arte de disfrutar del frío como una respuesta golosa fue un invento sublime lleno de originalidad e historia. Marco Polo llevo consigo a Italia una receta cual tesoro, que consistía en verter agua y salitre sobre cubetas llenas de la preparación que se quería helar para producir hielo. Esto fue sin duda el comienzo de la tecnología para producir helados.
El deseo goloso lo suscita el olfato y próximamente el sabor que se desarrolla a medida que avanza la degustación después del choque del exquisito frío. Poder describir los múltiples sabores sería interminable ya que los hay desde lo más tradicional como la vainilla, fresa o chocolate hasta lo más insólito como hechos a base de verduras o frutas exóticas. En fin en la variedad está el gusto y la creatividad.
Los helados son obtenidos por la congelación de una preparación aromatizada, los granizados están hechos con agua y una base de jarabe y los sorbetes que son preparados a base de almíbar de azúcar, puré de frutas y jugo de frutas o vinos o licores; todos provocan una combinación de sabor y texturas para las papilas gustativas llenos de gustos insólitos que refrescan el paladar.
Los helados y sus inmensas combinaciones resultan bienvenidos como postres y en el caso del sorbete puede ser utilizado para refrescar el paladar y disponerlo para apreciar mejor el plato principal. Un detalle a considerar puede ser refrigerar las copas en las que servirá el postre helado.
El valor nutritivo del helado depende principalmente de la cantidad de leche o crema que contenga por su nivel de grasa y otra desventaja podría ser su alto contenido de azúcar; aunque siempre podrán reducirse estos niveles.
Disfrute de una bola de helado de vez en cuando que no hace daño y puede resultar un exquisito agasajo al paladar!
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