sábado, 12 de mayo de 2012

Una inspiración en la cocina. Columna Regaliz, Sección Vida, Siglo 21

La conferencia inaugural para el congreso 35 de la WACS, Asociación de Sociedades de Chefs , que reúne a más de 90 países alrededor del mundo, fue presentada en Corea por el prestigioso chef Anton Mosimann, quien ha trabajado con la realeza británica en las últimas cuatro generaciones y ahora es el chef del príncipe William. Quizá se pensaría que ha sido un trabajo complicado, pero más que eso ha sido gratificante en un grado superlativo.

Para el chef Mosimann, ser un chef que siempre amanece pensando que es afortunado por ir a trabajar un día más, resulta sumamente motivante, aun después de 30 años de carrera profesional y considera que es oportuno regresar unos pasos para de nuevo aprender las bases de la gastronomía.

Está de más decir que su carrera es amplia, con más de 50 medallas de oro en competencias importantes y su experiencia lo ha llevado por todo el mundo, pero fue con su familia que aprendió a comer los sabores sencillos, aunque siempre bien preparados y con el mejor sabor.

La gastronomía es comparable con la arquitectura, porque los arquitectos persiguen la perfección al igual que los cocineros, quienes miden y calculan todo para mostrar algo fascinante. Además de cocinar para el servicio de los comensales es apasionante participar en competencias culinarias, tan tradicionales como diversas y sorprendentes como lo puede ser crear platillos a base de repollo o con una mínima cantidad de dinero, pero dando como resultado siempre un plato único, simple, con bastante sabor.

Entonces, en la simpleza se puede encontrar el buen gusto. En esta profesión todo es una experiencia sin final, porque jamás se deja de aprender y abarca largas horas de trabajo, para lograr el placer de ver superadas las expectativas de los comensales. Pero hay algo que va más allá y es su deseo por inspirar a los jóvenes chefs a lograr el deleite de hacer lo que él más disfruta, que es cocinar.



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