domingo, 12 de febrero de 2012

Vinagreta, excelencia en la ensalada. columna Regaliz, Sección Vida, Siglo 21


La ensalada estará completa y con un toque de sofisticación a través de su vinagreta o aliño, pero  siempre se tomará en cuenta la calidad y la proporción de los ingredientes que se utilizan. 

Los ingredientes más comunes para una vinagreta son el vinagre, aceite, sal y pimienta, aunque también puede incluir  mostaza o hierbas frescas u otros condimentos.
Una vinagreta simple será ideal para  las ensaladas de lechuga, y su nombre viene precisamente del ingrediente principal que la conforma, el vinagre, con su debida acidez, a veces suave, o potente en algunos casos, pero siempre ligeramente punzante y aromático que realza el sabor de los alimentos.

El vinagre combina de maravilla con el aceite, y mejor aún si es de oliva, perfumará delicadamente la ensalada. Existen diversas variedades de vinagre: de aguardiente, de vino, de sidra, que es ideal para ensaladas con frutas, de arroz o con saborizantes a base de hierbas como el estragón, tomillo o laurel o el de frambuesa o el vinagre de jerez, sin dejar de mencionar el insustituible vinagre balsámico, que es un condimento en sí mismo, que con unas gotas podría ser suficiente para fascinar al paladar, con ese sabor agridulce que lo caracteriza.

Un dato importante es que se debe cuidar el grado de acidez de los productos que conforman la ensalada, como los cítricos, el tomate, las alcaparras y demás, para que al adicionar el vinagre no quede con un gusto tan pronunciado, aunque se recomienda utilizarlo en una proporción de una parte de vinagre por tres o cuatro de aceite o según su intensidad por cantidad de aceite.

Ahora, ¿en qué momento agregamos el vinagre a la vinagreta? Primero se disuelven la sal y la pimienta en el vinagre, porque luego no se deshacen bien en el aceite. Después agregue el aceite y bata o mezcle perfectamente, hasta lograr una correcta emulsión; de manera que más que una fórmula, cuidaremos de agregar el vinagre en su justa medida siguiendo el gusto y aún la intuición.

Publicado por: Euda Morales

martes, 7 de febrero de 2012

Helado, invento sublime

El arte de disfrutar del frío como una respuesta golosa fue un  invento sublime lleno de originalidad e  historia. Marco Polo llevo consigo a Italia una receta cual tesoro, que consistía en verter agua y salitre sobre  cubetas llenas  de la preparación que se quería helar para producir hielo. Esto fue sin duda el comienzo de la tecnología para producir helados.

El deseo goloso lo suscita el olfato y próximamente el sabor que se desarrolla a medida que avanza la degustación después del choque del exquisito frío. Poder describir los múltiples sabores sería interminable ya que los hay desde lo más tradicional como la vainilla, fresa o chocolate hasta lo más insólito como hechos a base de verduras o frutas exóticas. En fin en la variedad está el gusto y la creatividad.

Los helados son obtenidos por la congelación de una preparación aromatizada, los granizados están hechos con agua y una base de jarabe y los sorbetes que  son preparados a base de almíbar de azúcar, puré de frutas y jugo de frutas o vinos o licores; todos provocan una combinación  de sabor y texturas  para las papilas gustativas llenos de gustos insólitos que refrescan el paladar.

Los helados  y  sus inmensas combinaciones resultan bienvenidos como postres y en el caso del sorbete puede ser utilizado para refrescar el paladar y disponerlo para apreciar mejor el plato principal. Un detalle a considerar puede ser refrigerar las copas en las que servirá el postre helado.

El valor nutritivo del helado depende principalmente de la cantidad de leche o crema que contenga por su nivel de grasa y otra desventaja  podría ser su  alto contenido de azúcar; aunque siempre podrán reducirse estos niveles.

Disfrute de  una bola de helado de vez en cuando que no hace daño y puede resultar un exquisito agasajo al paladar!